Ante todo un saludo y pediros perdón por la informalidad de este blog que hemos tenido tan olvidado. Ya estamos casi de vuelta y no queríamos dejar tan mal aprovechada esta oportunidad de contaros un poco nuestra historia por tierras sudamericanos así que hemos decidido darle un repaso y haceros un resumen general de este año en Perú, es un poco royo pero para algunos puede ser interesante.
La Comunidad
Ubicado en una de las más pobres barriadas de la periferia de Lima nos acomodamos en una pequeña chabola que podía ser considerada un pequeño lujo dentro de la zona ¡¡Teníamos nuestro propio grifo y retrete!!
Para Leire, este era un mundo hecho a su medida, lleno de niños, arena para jugar por todas partes y en su condición de gringita de ojos claros todo el mundo le llenaba de atenciones. Bea daba clases de inglés, atendía la casa de los niños de 8 a 11 años y hacía de soporte en otras casas como educadora.
Luis asumió el rol del reciclaje de basuras, que no eran pocas, empezó a hacer compost con la materia orgánica, hacía de chófer, acompañaba a los niños al hospital y daba forma a proyectos para buscar financiación en España. También hicimos, piedra en mano, una pequeña obra de mejora de las instalaciones. Estabilizamos, al modo de los incas en la sierra, una pequeña ladera inestable para ganar terreno y aprovechar el agua residual de un lavadero de platos para regar una nueva plantación de plataneras. Lo llamamos el jardín de Rosa-Lorea en memoria a sus financiadoras. Todas estas labores eran poco al lado de todo el trabajo que hay allí. Y así pasaron los meses, en el humilde barrio de Zapallal, a través de los cuales el calor iba cediendo y las nieblas matinales se iban adueñando de todo el día.
La selva
Costa, sierra y selva se juntan en Perú. Desierto, montañas y biodiversidad caracterizan cada una. En la selva, donde se cultiva la coca, el café y el cacao en las zonas altas; los cítricos, la piña y la caña en los valles y una vez que la explotación maderera y el fuego han dejado libre el terreno, se van instalando poco a poco, nuevos colonos que vienen bien de la sierra, bien de la costa en busca de nuevas oportunidades. En Mazamari hay otro colegio y albergue de niños, al que apoya Madre Coraje y al que nos propusieron ir. Era aquel lugar en el que a cualquiera de nosotros nos hubiera gustado estudiar, en donde el ambiente tropical y la acertada arquitectura le daban un aspecto paradisíaco. Decidimos estar un mes en el que Bea continúa su vocación de profesora de inglés, y Luis clasificará y tratará de poner orden en los libros de la biblioteca, la mayoría vienen de España.
Leire disfrutará de su nuevo ambiente, cálido y tan rico en vida. Cualquier rincón es como un jardín. Nos hemos instalado en un lugar hermoso junto al padre Joaquín, promotor del colegio, que nos cuida bien. La mayoría de internos del colegio vienen de las comunidades de la selva. Pasan aquí el período escolar para en vacaciones volver a la selva con su gente. No hay equilibrio entre la forma de vida de estos ancestrales moradores y los nuevos colonos, las empresas de madera, los narcos y otros explotadores de recursos. La selva va perdiendo palmo a palmo terreno, luego las malas prácticas agrícolas hacen empobrecer el suelo tropical tan vulnerable a la erosión y la pérdida de fertilidad. El resultado es la pérdida global de uno de los recursos biogenéticos más valioso del planeta. Nosotros pudimos saborearlo un poco en unas pocas excursiones a alguno de sus escondidos rincones. Vemos lo que posiblemente dentro de unos años, si no se actúa con rapidez, serán estériles sabanas.
De viaje con nuestros padres
En noviembre llegaron a Perú los padres de Luis junto a Rosa, una amiga de la familia. Un bonito encuentro con Leire como atractivo principal. Hemos preparado una ruta hacia el sur, por algunos lugares típicos y otros no tanto que esperamos les ayuden a conocer en poco más de tres semanas la esencia del país. Primero Lima, la metrópolis, que por estas fechas va dejando al sol asomarse poco a poco. Arequipa, en las puertas del desierto de Atacama y al pie del volcán Misti de más de 5.000 m de altura. Disfrutamos de los ricos desayunos en los hoteles, de paseos turísticos, el cañón del Colca, con más de 3.000 m de profundidad y el cóndor volando sobre y bajo nuestras cabezas. Para ello hicimos techo, atravesando un paso a 4.900 m de altitud, aunque en furgoneta, fue un hito para nosotros. Luego fuimos en autobús a conocer el lago Titicaca, a más de 3.800 m de altura, no sin cierto temor al “soroche” o mal de altura. Pero nada pasó excepto buenos ratos visitando las islas flotantes de totora. Son islas “artificiales”, hechas de esta planta acuática y donde se han instalado numerosas familias, que si antes vivían de la pesca ahora lo hacen del turismo. De Puno fuimos a Cusco, centro turístico del país, famoso por ser la cuna de la cultura Inca, el Tahuantinsuyo, lleno de restos arquitectónicos con piedras de varias toneladas encajadas en el más sofisticado “tetrix” que uno halla visto. Machu Pichu es uno de ellos que Bea, Luis y Leire no visitamos porque decidimos dejar algo para la próxima vez, y ya lo tenemos muy visto en fotos. Anteriormente habíamos visitado los centros arqueológicos de Chan Chan, de la cultura Chimú al norte de Lima; los cimientos de la cultura Wari cerca de Ayacucho, las ruinas de Sondor, centro de culto de los Chancas en el centro del país, y algunos lugares más dejados por los Incas. Son tantas y tan interesantes las culturas que aquí se han desarrollado que la Pachamama, la diosa de la tierra, aún muy venerada y respetada, debe estar un poco decepcionada con el legado español.Nuestros esporádicos visitantes también venían con tarea. Tenemos un encuentro en Abancay, cerca de Cusco, con todas las contrapartes, las ONGs peruanas a través de las cuales Madre Coraje pone en marcha sus proyectos de desarrollo. Los recién llegados de España representan el voluntariado y la fuente de ingresos que sustenta la organización. Su misión es incidir en la importancia de la transparencia en sus cuentas, ellos deben ser un ejemplo para las corruptas instituciones estatales. Como ejemplo, hemos visto como el trabajo de muchos policías de tráfico consiste en parar sistemáticamente vehículos para cobrar, por una u otra razón, su pequeña propina. Dentro de los encuentros han planificado una visita a una de las comunidades de la sierra, en la que se trabaja además del desarrollo agrícola y ganadero, también la salud, educación, igualdad de género… Son proyectos en los que se trata de abarcar los diferentes ejes transversales que afectan al subdesarrollo. La vuelta de esta excursión se convirtió en toda una aventura, con un desprendimiento de tierra que debemos despejar para poder continuar, una copiosa nevada mientras circulamos en autobús por una estrecha pista a más de 4.300 m de altura. Aquí no se utilizan cadenas que poco pueden hacer en un firme sin asfaltar Al fin llegamos, tras 14 horas de vaivenes para una excursión de un solo día ¡y un único chófer! De vuelta a Lima, no sin antes visitar con ellos la Comunidad de niños, de manera que también pueden conocer un poco las afueras de la capital y sus barriadas, nos despedimos de ellos en el aeropuerto. Nosotros volveremos a Abancay, donde nos espera un nuevo proyecto. De camino visitaremos Ica, la zona que fue afectada por el terremoto y conoceremos la laguna Huacachina, el típico oasis en el típico desierto. Disfrutaremos, sobre todo Leire, de su principal atracción, deslizarse pendiente abajo por las dunas.
Ya tenemos nuevo destino, Abancay, capital de Apurimac, el “Dios que Habla” donde los Chancas hicieron frente a los Incas.
Alquilamos por 200 soles mensuales (50 euros) un modesto departamento en Abancay, ciudad situada entre montañas a 2.300 m de altitud. Alternamos nuestra estancia con esporádicas visitas a Vilcabamba, situada a unos 100 km pero 6 horas de viaje. Leire asiste a clases vacacionales en un pequeño colegio, Bea da clases de inglés y Luis alterna el bucear en las basuras, ahora de Vilcabamba, con el trabajo de oficina. Llevamos una vida tranquila, se podría decir que medio aburguesada aunque echamos de menos un sillón y dormimos en el suelo en un par de colchones que nos han dejado. Y si en la Comunidad convivíamos con una rata, aquí lo hacemos con los alacranes, pero ya a todos parece hacernos ilusión vivir con tanta fauna. Para los tres meses que aquí pasaremos no necesitamos más, estamos los tres juntos, que es lo importante, y ahora uno más en la tripa de Bea. ¡Está embarazada! Compartimos muchos ratos con Yeni y Dina, las chicas que llevan la oficina de Madre Coraje en Abancay. Conocemos gente de otras contrapartes, su trabajo y como se desarrolla la cooperación. Es una estructura en constante evolución que aprende de sus errores pero que definitivamente ayuda a equilibrar la desigualdad imperante en el mundo actual. Sin duda, el beneficio no es sólo para las comunidades campesinas o los más pobres, hay también unos intermediarios, unos técnicos que gestionan y ponen en marcha los proyectos que de otra forma serían inviables. Lo ideal y el objetivo último es que en un futuro todo esto se financie con el dinero peruano y en última instancia con los recursos propios de las comunidades, pero ahora, no llega. Conociendo otras experiencias comprobamos que la forma de trabajar de Madre Coraje es bastante acertada.